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El conocimiento es progreso, ¿por qué no compartirlo?

La sociedad desde tiempos remotos, ha venido incrementando su capacidad de producir, adaptar y usar el conocimiento, para lograr su crecimiento de manera sostenida. Y es que, el progreso, no se detiene.

La necesidad de conocimiento casi siempre nos lleva a compartir con colegas, amigos, conocidos, vecinos, aliados,… nuestras, ideas, experiencias, información y herramientas para un área de utilidad común. Esto sin duda, se constituye en el mejor instrumento de interrelación y avance de las sociedades progresistas. Si no, que lo digan los millones de internautas que a diario publican información en la red o los estudiantes que acuden a las escuelas, universidades y a tantas y tantas personas, que crean y comparten, nuevas formas de enseñanza.

Stephen Covey lo llamó “Principio de la abundancia” en su célebre libro, Los 7 hábitos de la gente altamente efectiva. Hay demasiado conocimiento para compartir; es infinito y se multiplica permanentemente. Por lo tanto, no hay razones para sentirse amenazado y tratar de esconder lo que uno hace.

Aunque sabemos que la acumulación de conocimientos no lleva a nada y que no posibilita estrechar los lazos sociales, ni incrementar nuestro capital intelectual, guardamos la información por temor a perder el control y hacernos menos indispensables. Acaparamos el conocimiento porque pensamos erróneamente, que nos da más poder. Y para los que todavía piensan que copiando al pie de la letra modelos que crearon otros, le hará más exitosos, hay algo que no se puede copiar y es “la experiencia” y la experiencia, no es transferible.

Según la Organización de Estados Americanos una sociedad del conocimiento se refiere al tipo de sociedad que se necesita para competir y tener éxito frente a los cambios económicos y políticos del mundo moderno. Asimismo, se refiere a la sociedad que está bien educada, y que se basa en el conocimiento de sus ciudadanos para impulsar la innovación, el espíritu empresarial y el dinamismo de su economía.

El futuro de un país, depende cada vez más de la capacidad de preparar a su gente para los retos a los que se enfrenta día a día. Intercambiando y colaborando con los demás podemos lograr grandes cosas, aportando a nuestro propio crecimiento y al desarrollo de la sociedad en su conjunto. Almacenar un conocimiento sin compartirlo por pensar que sólo es útil para uno, cierra la posibilidad que sea la fuente de bienestar para otro. Entonces, ¿por qué no compartirlo?

Son tantas las evidencias que indican que mucha de la riqueza de los miembros de una sociedad, surge a partir de la producción de conocimientos y depende cada vez más, de la capacidad de preparar a sus miembros para los retos que exige el mundo actual y en esto, las redes de colaboración juegan un papel fundamental para la difusión del conocimiento.

Hace falta un cambio, uno que verdaderamente nos haga entender que el hambre, la miseria y el subdesarrollo, es un problema de todos. Entonces, por qué no apoyar cualquier iniciativa personal o privada que implique el desarrollo del conocimiento?. Existen tantas formas de inspirar y movilizar a otros para que sean parte de este modelo, como posibilidades de involucrarse de manera altruista en causas sociales y de desarrollo de las comunidades.

"La meta final de la verdadera educación es no sólo hacer que la gente haga lo que es correcto, sino que disfrute haciéndolo; no sólo formar personas trabajadoras, sino personas que amen el trabajo; no sólo individuos con conocimientos, sino con amor al conocimiento; no sólo seres puros, sino con amor a la pureza; no sólo personas justas, sino con hambre y sed de justicia." John Ruskin .

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